lunes, 7 de septiembre de 2015

SALVEMOS AL YAQUE DEL NORTE

SALVEMOS EL YAQUE DEL NORTE  

 Convocan a organizaciones a trabajar por el río Yaque del Norte


 

Señores Legisladores 

Provincias   La Vega, Santiago, Valverde, Santiago Rodríguez, Montecristi y Dajabón. 

Es necesario y urgente que en el presupuesto del 2018, se consignen las partidas necesarias para que el Plan Yaque pueda llevar a cabo las metas propuestas para los próximos 5 años y conseguir recuperar la deteriorada cuenca del Río Yaque del Norte.

  La cuenca del Yaque del N. tiene 7,053 km2 abarca las provincias La Vega, Santiago, Valverde, Santiago. Rodríguez, Montecristi y Dajabón.

La cobertura de árboles en la cuenca del Yaque del Norte es de apenas 40%. Se necesitan 5 años y $350 millones para cubrir el 80% de esta.

 El 80% del área de la cuenca son 200 mil hectáreas , en la que se reqiere plantar unos 80 millones de árboles por año a un costo de 350 milones de pesos

 Una cuenca sana tiene una cobertura forestal estable, que puede hacer que aunque no llueva el agua siga fluyendo. El agua se infiltra  se infiltra al subsuelo por los bosques.

Cuenca del Yaque del Norte requiere US$70 millones anuales para aumentar cobertura boscosa


Por Servicios de Acento.com.do. 6 de julio de 2015 - 1:00 am - 

La cuenca del Yaque del Norte tiene un área de 7,053 kilómetros cuadrados localizados en las provincias La Vega, Santiago, Valverde, Santiago Rodríguez, Montecristi y Dajabón.

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SANTO DOMINGO.- El director ejecutivo del Plan para el Desarrollo Sostenible de la Cuenca del Río Yaque del Norte (Plan Yaque), Humberto Checo, informó que la cobertura de árboles en esa cuenca es de apenas 40 por ciento, lo que indica su nivel de degradación.
 En ese sentido, dijo que tienen el propósito de incrementar esa cobertura al 80% en cinco años y convertirla en una cuenca saludable, para lo cual se requiere una inversión anual de 70 millones de dólares. “Tenemos que llegar a un 80 por ciento, que son 200 mil hectáreas del área de la cuenca, en la que requerimos plantar unos 80 millones de árboles por año”, precisó.
  
Checo informó que un monitoreo de lluvias y caudal que realizan en 20 microcuencas de las 75 que conforman la cuenca del río Yaque del Norte, reveló que la más reciente sequía redujo en un 40 por ciento los caudales medios, lo que evidencia su deterioro. “No están sanas, una microcuenca sana es aquella que tiene una cobertura forestal estable y que puede hacer que aunque no llueva el agua siga fluyendo. El agua se infiltra al subsuelo por los bosques”, dijo.
 Al ser entrevistado en el programa Cuidando el Huerto, el ejecutivo de Plan Yaque dijo que la prioridad en estos momentos es restablecer las áreas boscosas perdidas y mantener las que hay mediante un manejo adecuado, y estimó que para la reforestación propuesta necesitarían entre 50 mil y 60 mil días/persona de trabajo por año.
 La cuenca del Yaque del Norte tiene un área de 7,053 kilómetros cuadrados localizados en las provincias  La Vega, Santiago, Valverde, Santiago Rodríguez, Montecristi y Dajabón. En esa área confluyen 40 municipios y una población de un millón y medio de habitantes.
  
Checo dijo que la preservación de la producción de agua en esa cuenca y de que su uso sea más eficiente es una tarea de primer orden debido a que tiene casi la totalidad de su agua comprometida: “El agua está comprometida para riego, consumo doméstico, generación hidroeléctrica… La presión hídrica es de 96 por ciento”.
 Informó que el Plan Yaque también vela por la calidad de agua, y que en ese sentido ejecutan un proyecto de construcción de infraestructuras verdes para el tratamiento de aguas residuales e iniciaron el programa Basura Cero.
 Explicó que el Plan Yaque es una mesa de concertación para identificar los problemas de la cuenca y sus posibles soluciones, en la que participan más de 25 organizaciones e instituciones que inciden en la cuenca, y que está presidida por la Asociación para el Desarrollo de Santiago (ADEPI). La vicepresidencia la ocupa la Junta de Regantes del Valle de la Cuenca, con sede en Mao.
 Otros miembros del Plan Yaque son la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santiago (CORAASAN), Plan Sierra, Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, los Fondos Mineros de Jarabacoa, Universidad ISA, Universidad Agroforestal Fernando Arturo de Meriño, varias alcaldías y sociedades ecológicas. Tiene 5 años de constituido.

 El Corredor Ecológico del Río Yaque del   Norte Necesidad Perentoria

martes, 1 de septiembre de 2015

Proponen crear corredor ecológico en ribera del río Yaque del Norte


PARA EVITAR FUTURAS TRAGEDIAS
Proponen crear corredor ecológico en ribera del río Yaque del Norte
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 Máximo Laureano/Clave Digital 1/2/2008 

SANTO DOMINGO, DN

República Dominicana.- Tras los embates dejados por la crecida del Yaque el 12 de diciembre de 2007, que se salió de su cauce por el desfogue repentino de más de 5 mil metros cúbicos de agua por segundo de la presa de Taveras, el Gobierno optó por destruir las ruinas de las casas más próximas al río.
 
Brigadas de la Secretaría de Obras Públicas y otras instituciones han adecuado zonas del sector  Bella Vista, con la remoción de tierra y readecuación del terreno tocado por la inundación.
 

Sin embargo, al verse el lugar despejado son muchos los ciudadanos que se preguntan si las autoridades permitirán que nuevo que las zonas sean otra vez pobladas.
Ante esta preocupación miembros de la Sociedad Ecológica del Cibao (Soeci) consideraron que es impostergable el establecimiento del un corredor ecológico del Yaque del Norte.
 
La junta directiva de Soeci propone que además de las zonas que fueron dañadas por las inundaciones se recupere la franja de preservación ribereña, definida en la ley de medio ambiente, es decir la Ley 64-00.
 
Los miembros de Soeci manifestaron que se deben incorporar todas las zonas de inundación también contempladas en la ley y las delimitadas en el Atlas de Inundación.
 
En una primera etapa este corredor abarcaría principalmente el tramo de la cuenca media López Angostura-Los Almácigos, zonas de un alto impacto de la presión urbana de la ciudad de Santiago.
 
"Para crear el Corredor es necesario establecer una frontera clara que delimite el territorio y lo separe de los asentamientos humanos, haciéndolo respetar con una supervisión militar permanente”, refirió en ese sentido Eduardo Rodríguez, presidente de la entidad ecológica.
 
Según los técnicos de Soeci este corredor recuperaría los espacios de equilibrio ecológico del río y del medio ambiente urbano, pero sobre todo evitaría la ubicación de grandes masas humanas en las áreas más vulnerables al impacto dramático del río Yaque del Norte. 

El Corredor Ecológico del Rio Yaque   del Norte necesidad imperiosa

Es crítico el deterioro de cuencas hidrográficas


Es crítico el deterioro de cuencas hidrográficas

 


La condición de las partes altas de los ríos amenaza con peores inundaciones y a las presas de RD
  Tania Molina |  07 ENE 2008, 12:00 Diario Libre


SD. Las cuencas que alimentan los principales ríos del país presentan un estado de deterioro que no sólo contribuyó a un mayor nivel de impacto de las inundaciones por las tormentas "Noel" y "Olga", sino que además se agravó con el paso de estos fenómenos.

Del total de cuencas o zonas aledañas a los ríos del país, 15 se encuentran en estado crítico y amenazan con mayores inundaciones futuras y con el deterioro posterior de las presas que alimentan, y que pueden reducir su capacidad de amortiguamiento de riadas y su vida útil debido a la gran cantidad de sedimentación acumulada.

Así lo sostiene el director de Cuencas Hidrográficas de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMAREN), Luis Espinosa.

Indica que actividades como el conuquismo, la ganadería, las grandes fincas o los asentamientos indebidos han provocado que las cuencas de los ríos, en todo su recorrido, tengan grandes zonas de deforestación o erosión.

Espinosa explica que al no encontrar plantas que absorban parte del agua, la lluvia cae directamente al suelo y le provoca pequeñas perforaciones hasta que baja al río arrastrando todos los sedimentos como tierra y piedra.

Aclara que pese a que los sedimentos van en suspensión en el río, cuando llega a una zona de embalse, estos se acumulan en el fondo y una presa que podía durar de 30 a 40 años, apenas dura la mitad, por el efecto de la sedimentación. Entre las cuencas en estado crítico, Medio Ambiente ha identificado aquellas más grandes y de mayor importancia, por la cantidad de comunidades a las que suplen de agua. Tal es el caso de las cuencas de los ríos Yaque del Norte y el Yuna, que entre ambas cubren el 11.5% del territorio nacional y alimentan varios sistemas de riego.

Según el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, el río Yaque del Norte alimenta 15 presas y el Yuna otras 8, para un total de 23 de los 34 embalses existentes en el país, los cuales irrigan 150 mil 808 hectáreas y dan un suministro de agua potable de 16.8 metros cúbicos por segundo.

En estado crítico se encuentran además las cuencas del Yaque del Sur, Ozama, Camú, Haina, Nigua, Nizao, Mao y Artibonito.

Según un estudio Diagnóstico de Medio Ambiente, sólo en la cuenca alta del Yaque del Norte existen varias "áreas críticas" o puntos de quiebre que podrían causar un aumento considerable de las probabilidades de que un fenómeno metereológico cause estragos socioeconómicos y ambientales en la zona. El diagnóstico, que data del 2004, indica que en 38 de las 111 comunidades que bordean esta cuenca se deben realizar acciones a corto plazo que permitan mitigar, corregir y/o restaurar esas áreas críticas a nivel de microcuencas.

Señala además que más del 80% del territorio de la cuenca, que es de unos 753 kilómetros cuadrados, posé pendientes superiores al 10% y que cuando un indicador de susceptibilidad pasa del 8%, existe mayor riesgo de erosión, sedimentación y arrastre de partículas como rocas y peñascos.

"Esto supone que el 80% de la cuenca alta del Yaque y por ende el 70% del municipio de Jarabacoa, se encuentra en una zona de alto riesgo a problemas de inundaciones y deslizamiento. Esto se agrava porque gran parte de las comunidades se encuentran asociadas íntimamente con la presencia de los causes hídricos terciarios y secundarios de los ríos principales como son el Yaque y el Jimenoa", dice el estudio. La cuenca del Yaque nace en el Parque Armando Bermúdez, Cordillera Central, y termina en Montecristi.

El ingeniero Espinosa indica que aunque se han mejorado algunas zonas, en su mayoría las cuencas siguen en estado crítico "porque se solucionan algunas y se deterioran otras, pero insito en que la población y el Estado principalmente, tomen consciencia de que las cuencas hay que protegerlas, porque lo contrario vienen las riadas". 


 Pocos resultados

Espinosa lamenta que si bien se han hecho acciones a favor de la reforestación y manejo de las cuencas, el impacto de los mismos ha sido tímido debido, entre otras cosas, a la falta de presupuesto, de continuidad en los programas y, sobre todo, por la falta de un plan de ordenamiento territorial que indique dónde se puede hacer agricultura, dónde ganadería y dónde se permiten asentamientos humanos. Señala que de 1970 a 1974 se desarrolló un proyecto de reforestación en la parte alta del Yaque del Norte, financiado por la FAO, a través del cual se lograron reforestar algunas áreas, pero otras quedaron libres de intervención por oposición de los propietarios de los terrenos.

En 1997 se inició el Plan nacional Quisqueya Verde que tuvo un costo superior a los 161 millones de pesos, se logró plantar unos 26.5 millones de árboles en unas 227 mil tareas de tierra en las principales cuencas del país. Este Plan terminó en el año 2000 y aunque continúa funcionando el departamento, las acciones vuelven a tornarse tímidas, según Espinosa.

En la actualidad se desarrollan otros dos programas de reforestación en la zona fronteriza, uno con un financiamiento de 10 millones de dólares, aportado por el gobierno de Canadá para ambos lados de la Isla. Del lado dominicano, el proyecto va desde Elías Piña hasta Hondo Valle, y a través del mismo se desarrolla un modelo de parcela demostrativa y se capacita a las comunidades sobre conservación de suelos y reforestación.

El otro programa, todavía en elaboración de presupuesto, se realiza con el Banco Alemán y la Agencia Alemana de Cooperación, se desarrolla en Pedro Santana, también para reforestar otra parte de la cuenca del Artibonito. A punto de terminar, se encuentra otro programa financiado por las USAID en el río Tireo, que alimenta la presa Pinalito.

Espinosa indica que cada año en el presupuesto de esa entidad se incluyen las contrapartidas de financiamiento de seis o siete proyectos, pero que apenas se aprueban tres, lo que hace más lento y retrasa aún más la recuperación de las cuencas.

Consejos de cuencas

Desde la Dirección de Cuencas Hidrográficas se han creado siete consejos de cuencas en todo el país, los cuales están conformados por personas de las comunidades que con el soporte logístico de la entidad, se encargan de realizar jornadas de reforestación y limpieza en las cuencas, así como de velar porque se cumpla con el buen uso de las mismas.

viernes, 20 de febrero de 2015

La reforestación, una misión impostergable

La reforestación, una misión impostergable

Diariolibre.com

 

 J. Enrique Armenteros Rius, Presidente Fundación Progressio

En septiembre del año pasado la prensa dominicana publicó diversas fotografías en las que se observaba el embalse de la Presa de Tavera con tan poca agua que su seno se había convertido en un lugar de atracción donde algunas personas paseaban e incluso algunos jóvenes montaban bicicletas. Estas fotografías provocaron en mí una inmensa tristeza. La Presa de Taveras fue una obra en la que desde sus inicios hace unos 60 años trabajó mi hermano José y la convirtió en su obsesión por el impacto que debía tener en la vida de un importante núcleo de población y porque constituía una esperanza para todos. Yo, que participaba de esa inquietud, hice tan mía la idea de esa presa que incluso le puse su nombre a una yola con la que pescaba en Guayacanes.

Al que le duelen los bosques y los ríos, actores principales de la naturaleza, estas fotos debieron producirle, como a mí, una sensación desgarradora. Se trata de un espectáculo que no solo es deprimente, sino fundamentalmente acusador a dos o tres generaciones que permitieron que el río Yaque del Norte, nuestro único río, nuestro Nilo, alcanzara un nivel de deterioro tal que hoy algunos llegan a llamarlo ex - río ya que ha devenido en una angosta franja de agua altamente contaminada, pestilente, nauseabunda, una virtual cloaca.

Decimos que es acusadora porque muestra sin dejar espacio para excusas nuestra incapacidad para defender lo que Dios nos regaló. Y no podemos alegar ignorancia porque hubo visionarios que nos advirtieron desde hace casi 100 años lo que iba a suceder. Yo no soy quien para hablar de eso y mucho menos para acusar. Para apuntalar lo que digo simplemente voy a citar párrafos en los que dos de ellos, idealistas como se les llama hoy, pero en verdad dos verdaderos apóstoles de nuestra naturaleza, previeron, describieron y advirtieron sobre las acciones que se debían ejecutar a partir de ese momento para evitar la situación que enfrentamos hoy.

En 1924 el doctor Juan Bautista Pérez Rancier, junto al doctor Miguel Canela Lázaro, advertía sobre la protección del río Yaque del Norte de esta manera: “Ante todo debemos hacer notar que el grave peligro que amenaza al Yaque del Norte no es, como dijimos en el anterior informe, remoto sino inmediato, y requiere un remedio urgentísimo, no debiendo pasarse este año sin que a ello se atienda. En esta excursión hemos descubierto que ya la región ha sido invadida por el lado de La Vega y de gran sorpresa nos fue encontrar, a menos de 6 kilómetros de las más lejanas cabezadas del Yaque, labranzas muy perjudiciales al porvenir de este nuestro único río y de la irrigación en las regiones del Cibao. Aun observando la gente que allí está penetrando las reglas establecidas por la Ley de Policía sobre Cabezadas y Orillas de las Corrientes de Agua, las cabezadas del Yaque no tardarían en convertirse en cañadas secas como actualmente lo son los ayer caudalosos Dicayagua, Babosico, Jánico, Gurabo, etc., por ser esas reglas insuficientes, pero allí se están precipitando los acontecimientos porque nada se respeta y los desmontes llegan hasta las orillas mismas de las aguas.”

Pérez Rancier y Canela Lázaro sugerían finalmente la adquisición de los terrenos de las cabezadas del río Yaque y sus afluentes Jimenoa, Baiguate, Guanajuma, Bao, Jagua, Donajá, Amina, Inoa, Mao, etc., no cobrando nada por la mensura y deslinde el agrimensor doctor Miguel Canela y sugiriendo: “Al efecto podría lanzarse una suscripción popular, en la que estamos dispuestos a figurar continuando así nuestros esfuerzos en pro de esta empresa que consideramos de gran provecho para nuestros hijos y para la cual nos permitimos señalar el siguiente lema: “Yaque septentrionalis protegendus est nobis”.

Posteriormente, entre los años 1939 y 1962 el ingeniero José Luna, a quien monseñor Roque Adames cataloga de “hombre egregio”, no cesó de prever, proponer e insistir en las verdaderas y definitivas soluciones para impedir el deterioro de los suelos de la Cordillera Central, de los ríos que constituyen el potencial hídrico más notable del país y de los bosques más poblados de ese entonces.

En el año 1939, cuando Luna era Ingeniero Municipal de Santiago, al notar la considerable reducción que había sufrido el caudal de agua del río Yaque del Norte, sugirió a la Secretaría de Agricultura la formación en el centro de la República de un Distrito Central de Conservación de Montes y Aguas, recomendando la adquisición de 14 y medio millones de tareas, equivalentes a un 17% del territorio nacional en el macizo central, que es el nacimiento de nuestros principales ríos. Luego, en 1947, rinde a la misma Secretaría un informe sobre repoblación forestal encareciendo no descuidar la protección del arbolado de nuestras montañas ya que “la disminución de ríos tales como el Yuna, Mao y los dos Yaques, ha llegado en la actualidad a una situación realmente alarmante.”

En 1955 el ingeniero Luna recomienda la creación de una Entidad de la Cuenca del río Yaque con asiento en Santiago, independiente de la política y responsable directamente al Presidente de la República que tuviera bajo su responsabilidad la protección de los suelos, el fomento de nuevos bosques y el cuidado y defensa de los existentes.

Justificaba su propuesta con las siguientes consideraciones: “... de día en día nos convencemos más y más de la necesidad de hacer este esfuerzo, porque nos parece que no hacemos las cosas completamente bien construyendo una presa en el río Yaque y otra en el río Nizao, si al cabo de pocos años las vamos a tener llenas de lodo, por eso, porque estamos viendo con claridad este peligro, nos permitimos sugerir a ese Honorable Ayuntamiento, si lo cree conveniente, interesarse seriamente en un asunto como éste, disponiendo así mismo la asignación de algo así como un millón de pesos todos los años, durante diez años consecutivos por lo menos, para crear con esos recursos en el centro de la República un núcleo potente de producción de maderas útiles y proteger así de un modo permanente las aguas de nuestros principales ríos y los suelos de nuestras montañas, librando de su peor enemigo a las presas y demás obras que luego nos permitirían producir energía eléctrica a un costo razonable, aumentar la extensión de nuestras zonas regadas, desarrollar una importante industria pesquera, prevenir el peligro de las inundaciones y convertir el corazón de nuestro bello país en un Centro Turístico de gran atracción, digno de la generación actual y de las que le sucederán en el futuro”.
Estos párrafos, que emocionan al que se siente dominicano de veras, fueron escritos por el ingeniero Luna en el año 1962, o sea, hace 52 años.
Al referirse a las advertencias hechas por el ingeniero José Luna, a quien llama “la voz que clama en el desierto”, monseñor Roque Adames afirma: “Sin embargo, sus voces de alerta y sus remedios propuestos no encontraron eco, lamentablemente. En el festín de inmediatismos que ha caracterizado comúnmente nuestro comportamiento nacional, estas voces desentonan o hablan un lenguaje incomprensible o sin interés en esas circunstancias. Pero quedan para constancia, acusación a generaciones o tal vez para satisfacción tardía de que hubo clarividentes que supieron leer los signos de su tiempo, pensar en clave de futuro y tener sentido de permanencia, pero no hubo ojos para ver, ni oídos para oír.” ¡Cómo se afanó por evitarnos el proceso de destrucción ecológica en que insensatamente estamos ya envueltos!”

Las fotografías de la Presa de Tavera nos estrujan en la cara el problema que los dominicanos tenemos por delante: nuestras disponibilidades de agua se reducen cada día y eso no parece preocuparnos en lo más mínimo. Por el contrario, vivimos y nos comportamos con el mayor desenfado como si en verdad los recursos naturales fueran inagotables o como si no nos importara en absoluto. No reforestamos lo suficiente, envenenamos sin pudor las aguas subterráneas lanzando en ellas nuestros desechos, no cuidamos el lecho de los ríos del que extraemos material para abaratar la construcción, convertimos los ríos en basureros donde se deposita todo lo que no sirve.

La generación de energía hidroeléctrica, la producción agrícola y el consumo de agua potable están seriamente amenazados en República Dominicana por la situación en que se encuentran los ríos, debido a que sus cuencas han sido víctimas de la intervención humana irresponsable. Cualquiera pudiera pensar que contra los acuíferos de este país pesa una condena de muerte, como se aprecia en la agonía que viven ríos que hasta mediados de la década del 90 tenían un caudal importante y cuyo lecho hoy sólo deja ver un manto de arena y piedras.

En este sentido resulta ilustrativo un folleto que bajo el título Se acaban nuestros ríos publicó la Dirección Nacional de Parques y nosotros citamos en la publicación La reforestación, una misión impostergable. Su lectura es estremecedora y que todos debíamos conocerlo para ponernos al tanto de esta dramática situación. Nos habla del río Inoa que en 1942 medía 40 metros de ancho cerca de San José de las Matas y para cruzarlo había que nadar. Y se ahogaban bañistas y por el cauce remolcaban troncos a los aserraderos y el agua movía una hidroeléctrica que daba luz a San José de las Matas. La hidroeléctrica ya no funciona porque no hay agua suficiente para hacerlo, pues el río se ha reducido a un hilo de agua, cuyo ancho son tres metros. Al desaparecer los árboles se acabó el Inoa como río.

Existe un amplio consenso en cuanto a que la causa de esta situación no es otra que la depredación de las cuencas alta y media, donde millones de tareas han sido desmontadas de manera inmisericorde ya sea para la obtención de madera preciosa o para la práctica del conuquismo y la siembra de pastos para el ganado. 

De esta desgracia no ha escapado ni siquiera la región más crítica del país, me refiero a Madre de las Aguas, que es la que produce y suministra agua a casi el 80 por ciento de la población dominicana. Esta extensión de tierra ubicada en la Cordillera Central abarca el cinco por ciento del territorio nacional y, por su valor en la producción de agua, está protegida por cinco parques nacionales. A pesar de ello, la deforestación a que ha sido sometida ha ocasionado niveles de erosión y sedimentación que amenazan gravemente la integridad de los recursos terrestres y acuáticos.

Simplemente, la naturaleza responde al trato que se le da. Así lo ha reseñado la prensa nacional de mediados del año pasado cuando dio amplia cobertura a informes del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRI) sobre la situación de las grandes presas (Valdesia, Tavera, Jiguey, Sabaneta y Sabana Yegua), cuyos niveles de almacenamiento de agua estaban por debajo de lo normal y la única esperanza eran las ondas tropicales que se suelen originar en la temporada.

No nos podemos equivocar. Sin bosques no hay agua; sin bosques se sedimentan las presas; sin bosques se irán agotando los acueductos; sin bosques se irán secando los pozos y las corrientes subterráneas que los alimentan. Con bosques se atenuarían las inundaciones. Esa es la verdad. La lluvia es hija del bosque, no de las nubes.

Desde 1986 la Fundación Progressio, plenamente consciente de esta situación, ha venido insistiendo en todos los escenarios que han estado a su disposición sobre la importancia y la urgencia de la reforestación, y haciendo propuestas para afrontarla de una forma sistemática y coherente.
En 1987 le hicimos una propuesta concreta a la sociedad y al Gobierno. Con el asesoramiento técnico de un equipo de profesionales del sector forestal encabezado por el ingeniero Merilio Morel, la Fundación 
Progressio hizo público un plan nacional de reforestación bajo el título El Desarrollo Forestal en Números, el cual en términos generales mostraba que con una inversión total y única de unos 482 millones de pesos, efectuada en un plazo de nueve años consecutivos, se tendría una respuesta contundente para la demanda de leña y carbón vegetal, de madera para pulpa y papel, de madera aserrada y, además, se contaría con una respuesta social a necesidades específicas como son la protección de nuestras cuencas hidrográficas y el desarrollo del sector forestal. Los resultados de este programa, el cual fue concebido para realizarse en 20 años, incluían la creación de unos 26,600 empleos directos, una contribución potencial al PBI a precios de mercado de unos 570 millones de dólares y un ahorro de divisas del orden de los 191 millones de dólares al año.

Esta propuesta, que está disponible para los interesados en la sede de la Fundación Progressio, no fue aceptada. Sin embargo, Uruguay, que positivamente llevó a cabo planes de este tipo en el mismo tiempo, hoy es un exportador de madera.

En el año 1988 publicó otro documento con otra propuesta, bajo el título Fincas energéticas: Rentabilidad e incentivos forestales, de la autoría del ingeniero forestal Merilio G. Morel, como una alternativa real tanto para la creación de empleo como para la generación de combustible de bajo costo, especialmente para los sectores poblacionales de más bajos ingresos.

Nuestro problema de agua y deforestación, que a fin de cuentas constituyen dos caras de una misma moneda, solo se puede enfrentar con éxito si se entiende y asume con conciencia, responsabilidad y compromiso. No se trata de esperar vaguadas y ondas tropicales o de la siembra esporádica de unos cuantos árboles que se dejan a su suerte, sino de una verdadera misión que se proyecta de forma sistemática en el largo plazo. Como bien afirmaba el distinguido munícipe santiaguero Víctor Espaillat Mera, los árboles no crecen a la velocidad que nosotros queremos, sino de acuerdo con su propia naturaleza.

Los dominicanos no podemos sentirnos orgullosos de lo que a lo largo de todos estos años hemos hecho por la naturaleza. Más bien debíamos sentirnos avergonzados porque, al no hacer lo que debíamos, hemos permitido que el problema haya seguido creciendo. Casi podríamos decir que se nos está yendo de las manos.

Precisamente por eso es necesario pensar en un Pacto por el Bosque y el Agua. Ese no es un problema de un gobierno, de un grupo social o económico o de una generación. Se trata de una verdadera prioridad nacional, alrededor de la cual han de girar todas las voluntades y todos los recursos del pueblo dominicano. Seguirlo ignorando o seguir esperando soluciones fantásticas no es más que contribuir a empeorar la situación.

En solo once palabras, hace unos días el papa Francisco, con la agudeza que caracteriza sus señalamientos, resume el mensaje que a la hora de interactuar con el medio ambiente todos debemos tener presente:
“Dios perdona siempre, el hombre a veces, y la naturaleza nunca.”

 

lunes, 16 de febrero de 2015

Muerte... y resurrección del río Yaque del Norte (2)

Muerte... y resurrección del río Yaque del Norte (2)



Enrique Armenteros Rius
¡Se nos acaba el agua! 
A la Fundación Progressio le preocupa profundamente la progresiva reducción del agua disponible en la Nación. Hoy el país prácticamente carece de verdaderos ríos ñ permanentes, caudalosos, con cauces cubiertos por frondosos árboles - y las corrientes de aguas subterráneas disminuyen. Los que aún nos quedan tal vez sería más propio denominarlos cursos de agua. La acción combinada de la deforestación, la contaminación, la erosión, la extracción indiscriminada de materiales y la falta de mantenimiento de las presas han ido acabando con ellos.

Además, como dice la sabiduría campesina, “los ríos ya no cogen agua cuando llueve”. Eso ya lo hemos vivido recientemente, cuando las lluvias han convertido los ríos en verdaderos asesinos.
Permanecen vivas nuestras esperanzas, porque somos optimistas y porque vemos que en lo que se refiere al río Yaque del Norte, afortunadamente, se está haciendo algo a través de PROCARYN, Juntayaque, Plan Sierra, la Mancomunidad de Municipios Madre de las Aguas y la secretaria de Medio Ambiente. Sabemos que el Instituto Superior de Agricultura también desarrolla un proyecto aguas abajo, con el objetivo de resolver el problema de contaminación de las aguas del río Yaque del Norte.  

Para visualizar el alcance de, por lo menos, una de estas iniciativas, prestemos atención al caso del proyecto de la Mancomunidad de Municipios Madre de las Aguas, el más importante y ambicioso de ellos. En el municipio de Jarabacoa, impactaría en el río Yaque del Norte y sus afluentes Baiguate y Jimenoa; en el municipio de Constanza,  beneficiaria los ríos Yuna, Río Grande del Medio, Las Cuevas, Tireo, Pinalito, Sonador y Agua Blanca; en el municipio de Mención, el río Mao y sus afluentes los arroyos Asiento Frío, Los Juncos, Bulla, El Ranchito, Las Eneas, La Abandonada, Botoncillo y varios afluentes del río Gurabo; en el municipio de San José de las Matas, donde nacen los ríos Bao, Ámina, Maguá y Mao; y en el municipio de Jánico, cuyo sistema hidrográfico está constituido por el río Bao y una red hídrica formada por los ríos Jagua, Jánico, Baiguaque, Dicayagua y Gurabo. Es conveniente destacar la coincidencia sobre los ríos a ser protegidos entre esta propuesta y las de Pérez Rancier, Canela Lázaro y José Luna, indicadas en el artículo anterior.  

Conviene llamar la atención sobre el hecho de que, exceptuando a Monción, los municipios que se han integrado en la Mancomunidad de Municipios Madre de las Aguas comparten un alto nivel de pobreza de la población, pobreza que es simultáneamente causa y efecto de los problemas relacionados con el medio ambiente y los recursosnaturales. Esto significa que no es posible pensar en soluciones verdaderas si las mismas no son holísticas, integrales, es decir, si no atienden las diversas dimensiones en que discurre la vida del ser humano.

En los últimos tiempos se ha venido popularizando la práctica de construir pozos tubulares para paliar la problemática que genera la escasez de agua potable. Una iniciativa de esta naturaleza puede ser útil a corto plazo, pero evidentemente por sí sola no es una solución verdadera porque, en primer lugar, no va acompañada de una respuesta a un problema fundamental como es el de las fuentes de agua subterráneas y porque, en segundo lugar, favorece la salinización de las aguas subterráneas, lo que representa una importante limitación a su utilización.

Si no hay árboles no hay agua, si no se reforesta los pozos no son una respuesta sostenible en el tiempo.

Todos los proyectos identificados anteriormente tienen el potencial necesario para incidir favorablemente en la solución de los problemas enunciados. En efecto, en Expo Zaragoza 2008, una feria mundial sobre agua, la República Dominicana ha presentado su programa de “Madre de las Aguas” en la Cordillera Central como modelo de conservación, recordando que en esta región nacen 17 de los principales ríos del país que abastecen el 80% del agua que se consume en todo el territorio.

Pero no podemos pecar de ingenuos. Todas estas iniciativas son simples expresiones de que, ante la gravedad del problema, la sociedad no quiere permanecer impasible, esperando resignada que los acontecimientos la sobrecojan. Realmente, ese potencial solo se puede convertir en respuestas reales y efectivas si el Estado les provee todo el apoyo que necesitan, tanto en lo que se refiere a recursos económicos como humanos y logísticos. Sin ese soporte, la contribución que esas iniciativas podrán hacer es sumamente limitada. Se trata, en última instancia, de “colocar los asuntos ambientales, como proponía don Rafael Herrera y como lo hemos repetido en diversas ocasiones, en el corazón de la acción del Estado”.

¡Manos a la obra! Aún tenemos la oportunidad de tomar decisiones y realizar acciones para alcanzar estos objetivos de supervivencia nacional. Para destacar el sentido de urgencia que tienen estas situaciones, con frecuencia hemos dicho que el tiempo se nos está acabando, por lo que deberíamos emprender la acción hoy mismo. Creemos firmemente que en lo que se refiere al agua tal expresión no debe ser asumida como un simple recurso retórico;  por el contrario, constituye una expresión  que dice lo que literalmente significan las palabras: es un hecho cierto y comprobado que el agua se nos está acabando y, frente a ese peligro, debemos actuar rápido.

Si por indiferencia, ignorancia o complejo de superioridad no hacemos nada, pagaremos muy caras las consecuencias. Hagamos nuestro el contenido de las palabras del pensador británico Thomas Carlyle que rezan: “De nada sirve al hombre lamentarse de los tiempos en que vive. Lo único bueno que puede hacer es intentar mejorarlos.”
El autor es presidente de la Fundación Progressio

Muerte... y resurrección del río Yaque del Norte

Muerte...y resurrección del río Yaque del Norte 1
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Enrique Armenteros Rius

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Desde hace más de veinte años hemos venido expresando nuestra  inquietud por el porvenir del río Yaque del Norte, una vez llamado el “Nilo del Cibao”. Pero también nos inquieta el porvenir del río Artibonito, “el Nilo de nuestra vecina República de Haití”. Ambos ríos nacen en nuestra Cordillera Central y, si no hacemos todo lo necesario para proteger  su nacimiento y sus cuencas altas y medias, no estará lejos el día en que pierdan su vigencia y entonces, como todo indica,   muerte y miseria en vez de agua y fertilidad cubrirán las regiones por donde ahora pasan.

Los motivos de nuestra preocupación por el río Yaque del Norte son evidentes. Sus aguas son fundamentales para el adecuado desenvolvimiento del Cibao y muy especialmente de la Línea Noroeste. El río Artibonito es vital para Haití, pues es el que sostiene la poca agricultura extensiva que hay en Haití. Pero, además, por lo que sabemos, la presa de Peligre ñ que se nutre de sus aguas ñ en unos 15 años quedará inútil debido a la sedimentación, con lo que Puerto Príncipe quedará entonces sin agua y sin luz. Sin duda alguna, estos hechos tienen un impacto directo en la República Dominicana.

Nos inquieta el porvenir. Esta no es una preocupación nueva. En 1924, o sea, hace ya 84 años, la muerte del río Yaque del Norte fue anunciada por don Juan B. Pérez Rancier, quien, junto al doctor Miguel Canela Lázaro, advertía que, si no se hacían las obras de patriótica importancia, esto iba a suceder.

Y lo decían en los siguientes términos: “Ante todo debemos hacer notar que el grave peligro que amenaza el Yaque del Norte no es, como dijimos en el anterior informe, remoto sino inmediato, y requiere un remedio urgentísimo no debiendo pasarse este año sin que a ello se atienda.
En esta excursión hemos descubierto que ya la región ha sido invadida por el lado de La Vega y de gran sorpresa nos fue encontrar, a menos de 6 kilómetros de las más lejanas cabezadas del Yaque, labranzas muy perjudiciales al porvenir de este nuestro único río y de la irrigación en las regiones del Cibao.

Las cabezadas del Yaque no tardarían en convertirse en cañadas secas como actualmente lo son los ayer caudalosos Dicayagua, Babosito, Pánico, Gurabo y otros porque nada se respeta y los desmontes llegan hasta las orillas mismas de las aguas”.
Pérez Rancier y Canela Lázaro sugerían la adquisición por parte del Estado de los terrenos de las cabezadas del río Yaque y sus afluentes Jimenoa, Baiguate, Guanajuma, Bao, Jagua, Donajá, Ámina, Inoa y Mao.

El primero de junio de 1939, hace ya 69 años, el ingeniero José Luna escribía al general José Estrella, Comisionado Especial del gobierno en la región del Cibao y consejero honorario de la secretaría de Agricultura, Industria y Trabajo, un informe que entre otras cosas decía: “Ö Al tratar de encontrar medios seguros para mejorar las condiciones del río Yaque del Norte, hemos visto que el porvenir de este río está unido inseparablemente al porvenir de todos los ríos que nacen del macizo central y que la protección que buscamos no puede ser individual sino colectiva y general, debiendo declararse zona de repoblación forestal, con el nombre de Distrito Central de Conservación de Montes y Agua todos los terrenos comunes de: Bánica, Las Matas de Farfán, San Juan, Padre Las Casas, San José de Ocoa, San Cristóbal, Monseñor Nouel, Jarabacoa, Jánico, San José de las Matas, Monción y Santiago Rodríguez”.
El autor es presidente
de la Fundación Progressio

El rescate del río Yaque del Norte

El rescate del río Yaque del Norte
 Ubi Rivas
Publicado en elnacional.com.do

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 El rescate del río Yaque del Norte

 Ubis Rivas
El Nacional de Ahora
El vetusto diario La Información del 5 de marzo 2014 insertó una declaración del vice ministro de Medio Ambiente Mario Tejada.
Expresando que rescatar el moribundo en aforo y contaminación del otrora río Yaque del Norte involucra una inversión de US$l.800 millones, equivalentes a unos RD$90 mil millones, al cambio actual de 43 pesor por un dólar.


El Nacional del 7 de marzo del 2014. en su portada, presenta una foto sobre cogedora y dramática del ex río Isabela, cubierto totalmente de lilas, una revelación de ahogo, sofoco, inexistencia de oxígeno y muerte de sus aguas, porque las aguas, idéntico a los seres humanos, animales y vegetación, se mueren cuando carecen de oxígeno.


Ante esta horrible realidad de muerte de todos los afluentes del país, una tragedia nacional idéntica a la haitianización, la marginalización de gran numero de la población dominicana que en un 22% subyace por debajo de la pobreza, es decir, más de dos millones de diez que somos, y un l2% en pobreza, unos 1.2 millones, , la gran interrogante es no solamente cuanto realmente cuesta devolver la lozanía al ex río Yaque del Norte y cuanto supone la influencia productiva de ese agónico afluente en la economía dominicana.


Yaque del Norte nace en el firme de la máxima eminencia de las Antillas, el pico Duarte y La Pelona o Rusilla, en la cordillera Central, convergiendo con las provincias de Santiago de los Caballeros, La Vega y San Juan de la Maguana, y configura una cuenca de 238 kilómetros de longitud, desembocando a tres kilómetros de la ciudad de San Fernando de Montecristi, cubriendo un área de 7,044 kilómetros cuadrados.


El otrora Nilo dominicano, comprende tres regiones de influencia, alto Yaque del Norte desde su origen hasta Jarabacoa, donde conecta con el Jimenoa y tuerce hacia Santiago de los Caballeros; Yaque del Norte medio, desde Jarabacoa hasta Santiago de los Caballeros, y Bajo Yaque, desde Santiago de los Caballeros hasta Montecristi, irrigando todo el costado de la Línea Noroeste, en múltiples canales y regolas, y es el gestor de toda la riqueza agropecuaria de esa zona semi-desértica.
 
En ese contexto lo define el acucioso comunicador y protector del medio ambiente Geraldino González, en su importante opúsculo Ríos y arroyos de RD, página 25, donde precisa que Yaque del Norte nace en la vertiente norteña del Pico Duarte en la cordillera Central, con 208 kilómetros de longitud, y en sus 70 metros cúbicos por segundo que se precipita sobre el territorio donde cursa, unos 7,800 metros cúbicos se originan en esa cuenca, la mayor de la isla Hispaniola, con una extensión de 6,890 metros cuadrados.

En el histórico informe que el 24 de mayo de l924 presentaron al presidente Horacio Vásquez los doctores Miguel Canela Lázaro y Juan Bautista Pérez Rancier, consigna en la página ocho:

“Todas las lomas que bajan del firme que circunda las cabezadas del Yaque del Norte a las cuencas de éste, hubo un incendio extensísimo en loma Rusilla, surtidero principal de los dos Yaque. Norte y Sur. 

Los afluentes o tributarios de Yaque del Norte son Jimenoa, Bao, Guanajuma, Guayubín y Maguaca, todos están esmirriados, escuálidos y con perfil de agostamiento alarmante é indetenible”.
Ya a la altura de 1926, la cuenca de Yaque del Norte presentaba graves síntomas de desertificación por las depredaciones de conuqueros nómadas y la tala indiscriminada para aprovechar la madera de los pinares, sin que nadie nunca, ni gobierno alguno exigiera, repoblar las áreas deforestadas.
 
En 1947 el ingeniero José Luna es el primero en medir el aforo, conforme redactó.

Yaque del Norte era navegable desde Mao hasta Montecristi, conforme describe Loyda Veras, op. cit. página 65-70, usando fuentes de una información del periódico El Diario de Santiago de los Caballeros del 17 de abril de 1918, descrito así:


“Durante siglos, el caudaloso Yaque del Norte ha corrido hacia el océano, ayudando al hombre para utilizarlo como vía fluvial, pero no había sido tomado seriamente en cuenta en ese sentido, hasta que el señor Eugenio María Huestia, ciudadano americano, consciente del valor que esta admirable arteria de comercio, que supone en conexión la más grande y próspera ciudad de nuestra República con el puerto marítimo de Montecristi, dedicó su atención al asunto”.


La primera travesía de vapor sobre el Yaque del Norte en el barco del mismo nombre se realizó el 8 de marzo de 1918.