lunes, 16 de febrero de 2015

Muerte... y resurrección del río Yaque del Norte

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Enrique Armenteros Rius

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Desde hace más de veinte años hemos venido expresando nuestra  inquietud por el porvenir del río Yaque del Norte, una vez llamado el “Nilo del Cibao”. Pero también nos inquieta el porvenir del río Artibonito, “el Nilo de nuestra vecina República de Haití”. Ambos ríos nacen en nuestra Cordillera Central y, si no hacemos todo lo necesario para proteger  su nacimiento y sus cuencas altas y medias, no estará lejos el día en que pierdan su vigencia y entonces, como todo indica,   muerte y miseria en vez de agua y fertilidad cubrirán las regiones por donde ahora pasan.

Los motivos de nuestra preocupación por el río Yaque del Norte son evidentes. Sus aguas son fundamentales para el adecuado desenvolvimiento del Cibao y muy especialmente de la Línea Noroeste. El río Artibonito es vital para Haití, pues es el que sostiene la poca agricultura extensiva que hay en Haití. Pero, además, por lo que sabemos, la presa de Peligre ñ que se nutre de sus aguas ñ en unos 15 años quedará inútil debido a la sedimentación, con lo que Puerto Príncipe quedará entonces sin agua y sin luz. Sin duda alguna, estos hechos tienen un impacto directo en la República Dominicana.

Nos inquieta el porvenir. Esta no es una preocupación nueva. En 1924, o sea, hace ya 84 años, la muerte del río Yaque del Norte fue anunciada por don Juan B. Pérez Rancier, quien, junto al doctor Miguel Canela Lázaro, advertía que, si no se hacían las obras de patriótica importancia, esto iba a suceder.

Y lo decían en los siguientes términos: “Ante todo debemos hacer notar que el grave peligro que amenaza el Yaque del Norte no es, como dijimos en el anterior informe, remoto sino inmediato, y requiere un remedio urgentísimo no debiendo pasarse este año sin que a ello se atienda.
En esta excursión hemos descubierto que ya la región ha sido invadida por el lado de La Vega y de gran sorpresa nos fue encontrar, a menos de 6 kilómetros de las más lejanas cabezadas del Yaque, labranzas muy perjudiciales al porvenir de este nuestro único río y de la irrigación en las regiones del Cibao.

Las cabezadas del Yaque no tardarían en convertirse en cañadas secas como actualmente lo son los ayer caudalosos Dicayagua, Babosito, Pánico, Gurabo y otros porque nada se respeta y los desmontes llegan hasta las orillas mismas de las aguas”.
Pérez Rancier y Canela Lázaro sugerían la adquisición por parte del Estado de los terrenos de las cabezadas del río Yaque y sus afluentes Jimenoa, Baiguate, Guanajuma, Bao, Jagua, Donajá, Ámina, Inoa y Mao.

El primero de junio de 1939, hace ya 69 años, el ingeniero José Luna escribía al general José Estrella, Comisionado Especial del gobierno en la región del Cibao y consejero honorario de la secretaría de Agricultura, Industria y Trabajo, un informe que entre otras cosas decía: “Ö Al tratar de encontrar medios seguros para mejorar las condiciones del río Yaque del Norte, hemos visto que el porvenir de este río está unido inseparablemente al porvenir de todos los ríos que nacen del macizo central y que la protección que buscamos no puede ser individual sino colectiva y general, debiendo declararse zona de repoblación forestal, con el nombre de Distrito Central de Conservación de Montes y Agua todos los terrenos comunes de: Bánica, Las Matas de Farfán, San Juan, Padre Las Casas, San José de Ocoa, San Cristóbal, Monseñor Nouel, Jarabacoa, Jánico, San José de las Matas, Monción y Santiago Rodríguez”.
El autor es presidente
de la Fundación Progressio

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